Una página dedicada a despertar el ser interior y tomar conciencia de uno mismo.En tu interior tienes toda la sabiduría, en este blog solo encontrarás un reflejo de ella.


jueves, 30 de mayo de 2013

Como vivir de acuerdo con las leyes del Universo

Son muchos los científicos, filósofos y religiosos que ya estudiaron las leyes físicas del Universo. Para vivir en armonía con este campo de posibilidades inmensurables, vale la pena conocer las tres leyes básicas de la naturaleza de la energía: la fuerza que atraviesa el universo!
La primera ley dice que todo vibra. Por lo tanto, todo es pura vibración y está en constante transformación. La ciencia moderna viene corroborando ideas alegadas y presentadas por los budistas hace mucho tiempo. El budismo dice que “mente” y “materia” son altamente interdependientes, la física quántica alega que la energía ostenta una propiedad fundamental: jamás se agota. Esto es, la energía no se extingue, se transforma en otra forma de energía.
Por vibrar en diversas velocidades, nuestros sentidos captan la apariencia de la energía de formas diversas. Cuándo más lenta fuera la vibración energética, más sólida será su apariencia.
Einstein es un ejemplo de lo que estamos hablando. La ecuación E = mc² (la energía es igual a la masa por velocidad de la luz al cuadrado) nos dice que la materia se convierte en energía a partir de un factor “c”, que es la velocidad de la luz. O sea, hay una equivalencia entre masa y energía, ellas pueden transformarse una en la otra, siendo que la densidad de la masa - más o menos sutil - está relacionada con la velocidad de desplazamiento.
Materia es energía condensada. La energía puede presentarse en diferentes estados de condensación, dependiendo de cuánto las partículas o moléculas están concentradas. Así, cuándo tenemos un estado energético en que las moléculas están muy cohesionadas, tenemos una materia más densa o cristalizada, como en nuestro cuerpo físico. Cuándo las moléculas de energía están menos cohesionadas, tenemos el cuerpo sutil. Por ejemplo, una piedra posee una vibración mucho más lenta que el perfume de una flor, que a su vez es más lento que un pensamiento!
La segunda ley afirma: porque todo vibra es necesario fluir; y por lo tanto, es necesario estar en un ligero estado de desequilibrio. Esta ley vale tanto para el agua como para nuestra vida.
La tercera ley resalta: la energía de determinada cualidad o vibración atrae otra cualidad o vibración del mismo tipo. Esto quiere decir, la energía se mueve de forma circular: todo aquello que emanamos retorna para nosotros mismos.
El conocimiento de estas tres leyes nos alerta al hecho de que cada uno de nosotros posee un acorde interior que está en constante resonancia con los otros. Para que esta resonancia sea armoniosa, es preciso que sepamos aplicar estas tres leyes en nuestra vida cotidiana.
En tanto, sabemos cuán trabajosos es mantener la vida positiva. Por ejemplo, como aplicar estas leyes cuándo estamos preocupados?
Primero, vamos a cerrar los ojos y respirar profundamente algunas veces. Ahora, con toda sinceridad, debemos responder para nosotros mismos: “Con que frecuencia he sido ganado por la energía de la preocupación”? Es importante cuestionarnos de esta forma, pues la mayoría de las veces no estamos conscientes del hábito de preocuparnos.
La preocupación es una especie de stress auto-aplicado. Su energía es densa y pesada. Convierte nuestros pensamientos fijos, paralizados, y su retorno es constante, surge como pensamientos obsesivos y más preocupaciones.
La preocupación es un peso extra del cuál precisamos aprender a liberarnos. Al aplicar la primera ley, recordaremos que nada es definitivo! Hasta la misma muerte es apenas un punto de pasaje para otro ciclo.
En tanto, no vamos a profundizar en la muerte como ejemplo, pues este no es el momento de intensificar nuestras percepciones! Al final, para aplicar la segunda ley, esto es, para hacer que la energía parada de la preocupación vuelva a fluir, todo drama debe ser evitado. Es hora de simplificar.
por Bel Cesar - belcesar@ajato.com.br Traducido Por Melissa Park

jueves, 2 de mayo de 2013

Entrevista a Ramiro Calle


¿Qué entiendes por espiritualidad?
Entiendo la espiritualidad como una actitud y un proceder. También como una aspiración y un modo de vivir. Una aspiración de perfeccionarse, lograr que la consciencia evolucione, mejorar no solo la calidad de vida exterior sino la interior. Un modo de vivir que se base en la nobleza, la compasión, la cooperación y la mutua ayuda. Una actitud inspirada en la atención consciente, el sosiego, la ecuanimidad, la lucidez. Un proceder que permita conciliar los propios intereses con los de los demás, que esté libre de ofuscación, avidez y odio, y encuentre su luz en la claridad mental, la generosidad y el amor.
Para mí la espiritualidad nada tiene que ver con las creencias, los dogmas o las religiones. Una persona puede ser muy espiritual sin pertenecer a ningún culto o sin tener ninguna creencia, y otra que se dice muy religiosa y sigue los dogmas, no tiene nada de espiritualidad. La espiritualidad es, pues, una motivación consistente en humanizarnos y respetar a todas las criaturas sintientes. Y la espiritualidad hay que llevarla al corazón mismo de la vida y con esa actitud que es la del noble arte de vivir, impregnarlo todo. La espiritualidad está en el cuerpo, la sexualidad y el instinto, las emociones y la mente. Es un espacio de consciencia y el que llamaba Buda el recto proceder y el recto sustentamiento. ¡Ay de aquel- dicen los sabios de Oriente- que por ir en su propio beneficio va sistemáticamente en detrimento del de los otros.
Siempre se habla de un cambio colectivo, pero nunca llega y cada día hay más codicia, ofuscación, odio, rivalidades. ¿Qué puede hacer una espiritualidad verdadera para cambiar el mundo?
Se ha dicho que si por cada ciudad hubiera una persona despierta, verdaderamente despierta, cambiaría la faz del mundo. Todo lo peor surge de la ofuscación, en la que entroncan la desmesurada codicia y el odio. La tragedia es vivir de espaldas a lo mejor de uno mismo, creer ilusoriamente que no morimos (el “ milagro” es siempre creer que los que mueren son los otros) y no tratar de crecer interiormente y humanizarnos. Como dice Baba Sibananda, venimos aquí unos solos días para hacernos la foto y luego nos marchamos. El único sentido, y en eso la actitud de la verdadera espiritualidad es de enorme ayuda, es cooperar con nosotros mismos y con los demás. La espiritualidad verdadera, y no las iglesias instituidas, es la que puede mejorar el mundo… Pero para ello urge cambiar la mente, porque si el reformador no reforma su mente, por ejemplo, ¿qué tipo de reforma podemos esperar de él? De los políticos prefiero ni hablar: son actores frustrados. Como dijo Jesús, ciegos dirigiendo a otros ciegos y todos al barranco. Coincido plenamente con Krishnamurti cuando dijo que los políticos no son gentes de fiar, pero no quiere decir que no haya alguna excepción al respecto.
¿Cuál es tu sentimiento y pensamiento sobre Jesús?
Para mí Jesús forma parte del linaje de los grandes liberados-vivientes,
aquellos que han sido, en palabras suyas, la sal de la tierra; los que han
superado todas las mancillas de la mente y han permitido así que aflore la compasión infinita. Por esa compasión infinita invirtieron sus vidas en llevar hasta los demás las enseñanzas, métodos y claves para la elevación de la consciencia y la conexión con el nivel de Arriba. Jesús era de Arriba.
¿A qué hay que renunciar para ser libre?
Al afán de posesión, a la necedad y ofuscación de la mente, a la idea ilusoria de que podemos controlarlo todo, al apego y el aborrecimiento, a los viejos patrones y esquemas y filtros socioculturales. Morir para renacer. A cada momento, a cada instante, sin acarrear la mente vieja saturada de heridas, rencor, miedo, afán de venganza. Desidentificarse del ego para ser uno mismo; desalienarse, recuperar el hogar interior.
¿Por qué hay tanta avidez y codicia en el mundo?
La codicia es el resultado del ego irrefrenablemente voraz, que solo quiere acumular y retener, que está en el tener y nunca en el ser. Es la mente calculadora y rentabilizadora, que no tiene fin, que es como un rapaz estómago sin fondo. Es el mayor mal de esta sociedad, la que crea todo tipo de desigualdades, explotaciones, denigraciones, manipulacio-nes, horror. La codicia no tiene fin y un sabio hindú la llamó el “círculo vicioso del noventa y nueve”. Cuando uno tiene de algo noventa y nueve, la mente dice “voy a redondear hasta cien” y cuando tiene ciento noventa y nueve, “voy a redondear hasta doscientos” y así sucesivamente. El signo del kali-yuga, la época más negra, es la codicia. Invade todos los estamentos, instituciones, y demás, como una marea negra y pestilente.
¿Dónde está la sabiduría? ¿Y dónde la gracia?
Dentro de uno. La gracia si estuviera fuera, vendría y se iría, pero está dentro de uno. Hay que ganarla, hay que activarla, hay que merecerla. No viene gratuitamente. Es lucidez y compasión. Igual que un ave necesita de ambas alas para remontar el vuelo, así las alas para remontar el vuelo hacia el Ser son la lucidez y la compasión.

¿Qué reacción te despierta la muerte?
Déjame hacer una broma, querido Joaquín: cuando me esté muriendo te lo diré. Mientras tanto es una idea, pero una idea que hay que instrumentalizar para ser más honesto, vital, sabio, amoroso. El recordatorio de la muerte es fantástico. Tenemos que aprender a soltar, empezando por este cuerpo, que un día dejaremos como unos zapatos viejos. Decía Buda que ante la muerte todo palidece. Recordarla nos hace más humildes. Si fuéramos a cada momento conscientes de la muerte no seríamos tan mezquinos, no tendríamos tantos apegos bobos, seríamos más cooperantes y amaríamos más a los seres queridos, pues les podemos perder en cualquier instante.